Relación entre las cargas físicas del entrenamiento y la alimentación.
Cada vez más nutriólogos señalan lo inconveniente de separar la alimentación del entrenamiento diario. Esa relación entre el tipo de esfuerzo y el consumo de alimentos es tan inseparable que de no respetarse adecuadamente puede ser la responsable de una muy mala recuperación del organismo ante el ejercicio, así como también, de impactar negativamente en la planificación del esfuerzo físico a la hora de entrenar.
Una de las afirmaciones señala, que la adaptación de la alimentación deportiva durante los entrenamientos afecta positiva o negativamente el rendimiento de los atletas. En este contexto, se habla actualmente de periodización de la nutrición, asociándola a ésta íntimamente con el entrenamiento específico con el fin de lograr las mejoras buscadas en músculos como en otros órganos y tejidos.
Algunas investigaciones de la ciencia en nutrición deportiva, han comprobado que el performance de los deportistas depende no solo de las reservas de macronutrientes almacenados sino del impacto que tiene la depleción[1] de éstas sobre las adaptaciones musculares y en otros tejidos. Es importante resaltar, que se entra en un balance negativo de proteínas cuando con posterioridad a un entrenamiento la restitución de este macronutriente es insuficiente. En estas condiciones, el catabolismo proteico se impone sobre el anabolismo, con las consecuencias que ello tiene.
Es común, que el impacto de la nutrición deportiva durante el ejercicio, se circunscriba únicamente al tejido muscular; sin embargo, repercute en otras partes del organismo. Por ejemplo, en el intestino, donde los transportadores de Hidratos de carbono (CHO) son regulados positivamente por el entrenamiento. También a este nivel se aprecian alteraciones positivas en la microbiota, tanto producto del entrenamiento como de la alimentación. En ambos casos estas modificaciones pueden afectar la entrega de nutrientes y ello impactar sobre en rendimiento. De hecho, los cambios en la ingesta dietética y el programa de entrenamiento alteran la concentración de sustratos sanguíneos y el medio hormonal. Esto perturba el almacenamiento de macronutrientes en el músculo esquelético, así como en otros tejidos sensibles a la insulina.
Recientemente se han desarrollado varios trabajos que han puesto el acento en entrenar con las reservas de CHO reducidas. Al respecto, uno de los aspectos que al presente ha ofrecido una consideración especial por sus implicaciones, es definir claramente qué reservas de CHO se están manipulando, si la muscular (endógena) o la sanguínea (exógena), ya que los resultados no son los mismos, por tanto, antes de iniciar un cambio en tu alimentación es importante que lo analices con tu nutrióloga (o).
Otras observaciones importantes realizadas por científicos en nutrición deportiva, apreciaron que el rendimiento deportivo, durante el entrenamiento de endurance, no aumenta por la reducción de la disponibilidad de CHO exógeno sino por el estado de vaciamiento glucogénico muscular previo al ejercicio.
La manipulación de los macronutrientes, principalmente los CHO, tiene sus implicaciones en el rendimiento, lo que obliga a ser tan claro como cauto en la elección del método alimenticio a entrenar. Descontextualizar la carga de entrenamiento de lo que se debe ingerir, en función de la alimentación, puede alejarte del objetivo que quieres alcanzar; además de generar una caída no deseada en tu rendimiento deportivo.
Por lo anterior, y como lo hemos dicho en otras ocasiones, es importante que revises con tu nutrióloga (o) y entrenador (a) tus planes de alimentación antes, durante y después del entrenamiento para que obtengas el mejor rendimiento.
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Un atleta informado #CompiteMejor
[1] Disminución de cualquier líquido, en particular la sangre, contenido en una parte o en todo el organismo.
- Blanca Fernández
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